Los pajarillos de mi ventana
Las noches de estos últimos meses están siendo desordenadamente somnolientas y con pinceladas surrealistas de ensueño. Primero me abandono a la deriva de mi ignorancia y luego espero a que los aburridos diálogos conmigo mismo hagan el resto. Duermo. Luego sueño. Y a la mañana olvido. Excepto hoy. Hoy me he hablado y me he aburrido, he dormido y ahora estoy soñando y recordando.
Y en el recuerdo unos pajarillos, mi ventana, y su canto…
Dicen los pajarillos de mi ventana que su canto ya no hace sonreír a los animalillos del estanco, que las voces estruendosas de los nuevos vecinos han perturbado las notas de silencio con que sus silbidos adornaban el barrio.
Dicen que sus sonrisas se han oscurecido por las nubes de plástico gris que la chimenea les cambió por las viejas nubes blancas de jabón perfumado que abrillantaban el cielo.
Dicen que el charco por dónde chapoteaba la rana se ha secado, que ya no puede refrescar sus pies descalzos en el fango mojado, que su piel se agrieta en cachitos de tristeza como la tierra reseca se requiebra en trocitos de sed.
Dicen que las mariposas ya no encuentran colchones de pétalos blandos dónde hacer descansar sus almas, solo flores secas que arañan la belleza de los polvos dorados de sus alas.
Dicen que las cucarachas ya no juegan deslizándose por los toboganes del sauce llorón, que son ellas las que ahora lloran por que alguien cortó las hojas de su diversión.
Dicen que los peces y los cangrejos usan gafas de buceo, que se les empapan los cristales con lagrimas saladas que irritan sus miradas desconsoladas, que ya no ven esperanza entre la dulce transparencia contaminada.
Dicen que las hormigas ya no viven bajo tierra, que ahora se resguardan dentro de una lata de coca-cola oxidada, que sus corazones se han oxidado igual que las paredes de su nueva casa.
Dicen que las ardillas ya no comen golosinas de castaña mientras se columpian sobre las ramas del fresno, que ya no tienen fresno, ni columpio, ni castaño.
Dicen que todo ha cambiado.
Dicen que el erizo ya no es rosa, que sus pinchos son brochas untadas en petróleo que pintan paisajes umbríos y pringosos.
Dicen que Maya y sus amigos ya no encuentran mil flores distintas para llenar de miel sus jarrones, que las mil fragancias de antaño emanan hoy un solo olor, que ni si quiera los jarrones de miel son ya de barro viejo.
Dicen que el ratón ya no pasea en pantalones cortos, rojos y zapatos amarillos de charol, que ahora viste de escrupuloso luto por Donald, Goofy, Pluto, y por tantos otros bichos que borramos cada día de los dibujos animados de la vida.
Dicen que los oseznos y el pequeño indio ya no bailan juntos bajo las estrellas alrededor del fuego, que los indos ya no son indios, que las estrellas ya no recubren el cielo, que donde había fuego ahora hay cemento...
Y me preguntan los pajarillos de mi ventana ¿que por qué todo ha cambiado? ¿Que por qué el arco iris ya no nace en el estanco? ¿Que por qué la vida se destiñe de color? ¿Que qué es lo que está pasando…?
Y la verdad es que ni si quiera en el sueño supe responder...
La pregunta despertó junto a mi almohada y la respuesta se quedó en el sueño. Y ahora solo me queda volver a soñar para encontrar la respuesta, y al día siguiente con ella cambiar la realidad…
Y la realidad no es un sueño, ni un cuento donde las ardillas comen piruletas de miel y almendra, ni los erizos se ponen pijama para ir dormir…la realidad nos cuenta otra historia, otra donde las especies se extinguen, donde las tierras se secan, donde los bosques retroceden, donde los ríos desaparecen, donde se contamina, donde se sobreexplota, donde la vida tiene un precio…
Me hubiera gustado vivir otro sueño y soñar otra realidad…todo sería más sencillo…
Pero aún siendo conciente de lo complicado que resultará, yo os propongo intentar cambiar las cosas. Y para ello no debemos buscar la solución al final de un nuevo camino, sino en el propio camino. El verdadero cambio se encuentra en el caminar y en la utopia del destino. Desarrollo sostenible, equilibrio ecológico, equidad social, viejos valores, nuevos modelos…Todos ellos son algunos de los preceptos que sin duda deben acompañarnos en este nuevo viaje, en esta nueva forma de desarrollarnos y relacionarnos con nosotros mismos y nuestro entorno.
Alan Watts dijo en una ocasión: “No se interpreta una sinfonía solo para llegar al acorde final”. Sin duda ha llegado el momento de recomponer la obra entera y empezar a tocar sin pensar en el final, y hacerlo al ritmo que dicte la que debe ser nuestra directora de orquestra principal; la naturaleza.
Alguien dijo: “Cambiar es posible”.
Yo pienso que cambiar no es una opción, es inevitable.
Y tú, ¿qué propones?
Dicen los pajarillos de mi ventana que su canto ya no hace sonreír a los animalillos del estanco, que las voces estruendosas de los nuevos vecinos han perturbado las notas de silencio con que sus silbidos adornaban el barrio.
Dicen que sus sonrisas se han oscurecido por las nubes de plástico gris que la chimenea les cambió por las viejas nubes blancas de jabón perfumado que abrillantaban el cielo.
Dicen que el charco por dónde chapoteaba la rana se ha secado, que ya no puede refrescar sus pies descalzos en el fango mojado, que su piel se agrieta en cachitos de tristeza como la tierra reseca se requiebra en trocitos de sed.
Dicen que las mariposas ya no encuentran colchones de pétalos blandos dónde hacer descansar sus almas, solo flores secas que arañan la belleza de los polvos dorados de sus alas.
Dicen que las cucarachas ya no juegan deslizándose por los toboganes del sauce llorón, que son ellas las que ahora lloran por que alguien cortó las hojas de su diversión.
Dicen que los peces y los cangrejos usan gafas de buceo, que se les empapan los cristales con lagrimas saladas que irritan sus miradas desconsoladas, que ya no ven esperanza entre la dulce transparencia contaminada.
Dicen que las hormigas ya no viven bajo tierra, que ahora se resguardan dentro de una lata de coca-cola oxidada, que sus corazones se han oxidado igual que las paredes de su nueva casa.
Dicen que las ardillas ya no comen golosinas de castaña mientras se columpian sobre las ramas del fresno, que ya no tienen fresno, ni columpio, ni castaño.
Dicen que todo ha cambiado.
Dicen que el erizo ya no es rosa, que sus pinchos son brochas untadas en petróleo que pintan paisajes umbríos y pringosos.
Dicen que Maya y sus amigos ya no encuentran mil flores distintas para llenar de miel sus jarrones, que las mil fragancias de antaño emanan hoy un solo olor, que ni si quiera los jarrones de miel son ya de barro viejo.
Dicen que el ratón ya no pasea en pantalones cortos, rojos y zapatos amarillos de charol, que ahora viste de escrupuloso luto por Donald, Goofy, Pluto, y por tantos otros bichos que borramos cada día de los dibujos animados de la vida.
Dicen que los oseznos y el pequeño indio ya no bailan juntos bajo las estrellas alrededor del fuego, que los indos ya no son indios, que las estrellas ya no recubren el cielo, que donde había fuego ahora hay cemento...
Y me preguntan los pajarillos de mi ventana ¿que por qué todo ha cambiado? ¿Que por qué el arco iris ya no nace en el estanco? ¿Que por qué la vida se destiñe de color? ¿Que qué es lo que está pasando…?
Y la verdad es que ni si quiera en el sueño supe responder...
La pregunta despertó junto a mi almohada y la respuesta se quedó en el sueño. Y ahora solo me queda volver a soñar para encontrar la respuesta, y al día siguiente con ella cambiar la realidad…
Y la realidad no es un sueño, ni un cuento donde las ardillas comen piruletas de miel y almendra, ni los erizos se ponen pijama para ir dormir…la realidad nos cuenta otra historia, otra donde las especies se extinguen, donde las tierras se secan, donde los bosques retroceden, donde los ríos desaparecen, donde se contamina, donde se sobreexplota, donde la vida tiene un precio…
Me hubiera gustado vivir otro sueño y soñar otra realidad…todo sería más sencillo…
Pero aún siendo conciente de lo complicado que resultará, yo os propongo intentar cambiar las cosas. Y para ello no debemos buscar la solución al final de un nuevo camino, sino en el propio camino. El verdadero cambio se encuentra en el caminar y en la utopia del destino. Desarrollo sostenible, equilibrio ecológico, equidad social, viejos valores, nuevos modelos…Todos ellos son algunos de los preceptos que sin duda deben acompañarnos en este nuevo viaje, en esta nueva forma de desarrollarnos y relacionarnos con nosotros mismos y nuestro entorno.
Alan Watts dijo en una ocasión: “No se interpreta una sinfonía solo para llegar al acorde final”. Sin duda ha llegado el momento de recomponer la obra entera y empezar a tocar sin pensar en el final, y hacerlo al ritmo que dicte la que debe ser nuestra directora de orquestra principal; la naturaleza.
Alguien dijo: “Cambiar es posible”.
Yo pienso que cambiar no es una opción, es inevitable.
Y tú, ¿qué propones?