La flor del almendro
Me animan mucho vuestros comentarios. Son como tazas de caldo caliente que recomponen mi moral mientras vagabundeo entre escombros de ilusión y oportunidades. Pero a parte de los halagos piadosos con que condimentáis estas sopas calientes de cariño, lo que me ha hecho reflexionar esta vez, han sido las opiniones que algunos me habéis hecho llegar, tanto por el blog como en privado, sobre que los temas son tristes, entristecen y perfilan mi estado de ánimo en una línea constante y monótona, de nuevamente tristeza… Y yo os digo que mi vida no es triste. Sólo es que en el vicioso placer de detenerme en el cubo de las emociones para buscar entre los desperdicios que se acumulan en las callejuelas de mi alma, a menudo encuentro tristezas putrefactas, resignaciones caducadas y viejas melancolías en desuso que, junto a los bonitos escaparates de sonrisas, los parques de felicidad y los balcones con olores a esperanza, conforman el paisaje diario de mis emociones. Y este paisaje es el que es. Los retoques fotográficos prefiero dejarlos para las instantáneas de la realidad.
Las fotografías del alama deben de ser claras, enfocadas y espontáneas. No vale ensayar una mirada, no vale sonreír sin ganas, no vale esconder una lágrima con el pincel del PhotoShop, no vale dar brillo ni color a rostros grises y oscuros, no vale cortar tristeza para pegar felicidad…
Debemos aprender a dejar que nuestras emociones recorran libremente nuestra piel ruborizada, nuestras manos temblorosas, nuestro estómago y sus mariposas, nuestros ojos empapados, nuestro corazón acelerado…sólo así, la tristeza precederá a la alegría, y esta a la melancolía, y luego vendrá el amor, y más tarde la esperanza y más allá la decepción, y de repente nuevamente la ilusión, para volver a la alegría y reencontrar un nuevo amor, y de nuevo la tristeza, y de nuevo decepción, y otra vez la esperanza, y otra vez la ilusión…
No hay que estancar el alma entre los recuerdos y deseos de sentimientos enquistados que no han sido llorados, ni amados, ni sonreídos, ni acariciados...
Hay que dejarse de gilipolleces y dejar de aparentar para empezar a estar. Estar feliz, estar triste, estar esperanzado, estar aburrido, estar divertido, estar enamorado…lo que sea pero estar!! Hay que estar, para poder ser uno mismo…

Como veis, tengo motivos para estar feliz.
Todos, cada día, vivimos instantes que se merecen la atención y el guiño de nuestra felicidad.
Dejadles espacio, dejadles un rinconcito en vuestro corazón…